Desde hace algunos años, ciertos puntos del planeta se disputan de forma obscena los mayores niveles de extravagancia, espectacularidad y despropósito medioambiental fomentado a golpe de petrodólar.
La visión que propone Roger Grasas respecto a estos nuevos centros urbanos en su desarrollo desaforado, tienen que ver con un posicionamiento ligeramente distinto: el de las afueras, el borde, la periferia o el callejón.
“Si a mediados de los años ochenta John Gossage, invitado a fotografiar en Arabia Saudí, declaraba sentirse interpelado por esa “nada” que ofrecía entonces el desierto y donde algunos locales procuraron evitarle decepciones por la ausencia de supuestos lugares de interés, unos cuantos años más tarde el proyecto Min Turab —que en árabe significa literalmente ‘de la tierra’, lo que brota de ella— se propone constatar cómo se resquebraja esa nada: el punto exacto de su rotura, allí donde un paisaje se desgarra y otro nuevo se impone barriendo el anterior. Claro que el paisaje no es únicamente la tierra, el territorio que pisamos, sino también la forma que tenemos de percibirlo, de comprenderlo y evocarlo visualmente. De ahí que podamos concluir que en esa ambivalencia semántica del lenguaje que atribuye al concepto “paisaje” una doble realidad, material y cultural, también se juega la globalización del territorio. Las fotografías de Roger Grasas lo indican sin ambages.”
Donde rompe el paisaje
Marta Dahó